una estaciòn eterna
esperando promesas anònimas
con las manos vegetadas de poemas,
y una magnifica posecion de sueños,
apilados pacientemente en la maleta enraizada,
y el corazòn ya sin prisa
escucha a Mozart
para encontrar el propio ritmo
de corazòn apaciguado.
Yerìtza Ramìrez Zabaleta